El martes pasado, el 2 de noviembre, fui al aeropuerto, otra vez, para esperar a mi hermana. Ya hacía dos meses que no nos habíamos visto. El reencuentro fue muy emocional, pero muy agradable. Pues, mi hermana, Charlotte, y una amiga suya, Nathalie, se alojaron en nuestro piso. Tenían que acostumbrarse al tiempo español, porque ya hace muy frío en Bélgica y ya hacía mucho tiempo que no habían sentido el sol en sus pieles. El primer día de su visita, martes, no hacemos mucho. Llegaron a eso de la una y media, comimos juntos y hablamos mucho. Teníamos un retraso que recuperar. Después de la charla tuve que ir a la universidad. Charlotte y Nathalie se durmieron pronto esa noche, porque estaban muy cansadas a causa del viaje. El día siguiente, yo tenía clase de las 8 a las 10, pues, cuando regresé a casa, Charlotte y Nathalie ya estaban descansadas y listas para ir a la playa. Disfrutemos de una tarde muy agradable en el sol. Por la noche, como Jietske estaba en Bélgica y yo no tenía compañía para ir al gimnasio, mi hermana y Nathalie me acompañaron. Después salimos de fiesta. Era una noche magnífica. Bailamos mucho, el pinchadiscos ponía música buena,... Nos disfrutemos tanto que sólo nos acostamos a las cinco menos cuarto. El último día de la visita fuimos a las tiendas y por la noche comimos en un restaurante. Desgraciadamente, el viernes tenían que regresar a Bélgica. Los tres días se han pasado muy rápido, pero eran tres días fantásticos!
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